Continúa Pablo su argumento en los versículos indicados, probando a los Gálatas, que su conocimiento del evangelio y su apostolado no eran de origen humano, sino divino
Cuando hay convicciones claras y profundas en la palabra de Dios, no habrá nadie que nos pueda hacer cambiar, no habrá presión ni amenazas por poderosas que sean, que nos muevan de nuestras convicciones. Aquí tenemos el ejemplo del apóstol Pablo.
En esta porción de la carta, el apóstol Pablo relata acerca de sus relaciones con los apóstoles de Jerusalén. Aunque no dependía de los hombres, Pablo deja bien en claro que, se encuentra dentro de la corriente de la tradición apostólica, representada por Jacobo (Santiago), Pedro y Juan.
En estos versículos, Pablo defiende su autoridad como apóstol. Por una parte, muestra que su enseñanza no estaba derivada de ninguna representación humana, sino que, era reconocida por los demás apóstoles, como venida directamente de Dios.
En esta porción de la carta de Pablo a los Gálatas, él deja en claro la legitimidad del Evangelio que les predicó, y les manifiesta su gran asombro por el desvío que ellos estaban manifestando
Gálatas es la única epístola que Pablo dirigió específicamente a un grupo de iglesias.
Que fácil es apuntar con el dedo acusador a otro, y peor aún de manera irresponsable e injusta. “Miran la paja en el ojo ajeno y no ven la viga que hay en sus propios ojos”.
La disciplina ejercida con sabiduría y seriedad en todos los estamentos de la sociedad, siempre ha dado frutos para una buena convivencia, cuando la autoridad quien quiera que sea esta, no gobierna con disciplina, y no aplica disciplina, más temprano que tarde, esa sociedad se desmoronará.
Hay una palabra que se ha abandonado en este tiempo, y es la “austeridad”, que significa sencillez y moderación, como también, rigurosidad en el cumplimiento de las normas morales.
No hay duda alguna que en nosotros no hay nada de que gloriarnos, ¿qué somos? Si no, vasos de barro en los cuales Dios ha depositado su gracia y verdad.