Las Escrituras, nos enseñan que el pecado original en el ser humano, produjo la muerte espiritual de éste, la que se traspasó a todo el género humano, por lo tanto, la mayor necesidad que tiene el hombre, aunque él no lo entienda, es tener o encontrar en su peregrinaje en esta vida terrenal, a alguien que sea capaz de resucitar su espíritu.
En esta lección, veremos como el apóstol Pablo, prorrumpe en exclamaciones de acción de gracias, por la fe y el amor de los creyentes fieles de esta ciudad de Éfeso, y eleva fervorosa oración a Dios, para que les dé espíritu de sabiduría y revelación, a fin de que les ilumine en orden a conocer profundamente el misterio de Cristo.
Pablo, nos va a revelar en esta lección, cosas maravillosas para bendecirnos, que se determinaron en el pasado, y que en parte disfrutamos en el presente, pero sin duda, nos acompañaran eternamente; esas bendiciones son espirituales. En la presciencia, Dios permite escogernos
Pablo, escribió esta carta a la iglesia en Éfeso y a todos los creyentes, a fin de darles una enseñanza profunda sobre la unidad de la iglesia. La iglesia estaba en la mente de Dios. Es Dios el Padre el que la planeo (1:3-6), Dios el Hijo el que pago precio por ella...
Efesios es una de las cumbres de la revelación bíblica y tiene un lugar único en las epístolas de Pablo. En lugar de haber sido martillada en el yunque de la controversia doctrinal, o de problemas pastorales como muchas otras epístolas de Pablo.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí que todas son hechas nuevas. (2 Corintios 5: 17). Los Gálatas, habían recibido a Cristo como su Salvador personal, y habían sido libres de la esclavitud del pecado y de los ritos religiosos pasado...
En el caminar nuestro hay tropiezos, como cargas que hay que llevar, y a veces se hacen pesadas. Cuando nos encontramos en esas situaciones es cuando anhelamos que alguien se ponga de nuestro lado y nos ayude a sobreponernos, fuera del Señor que siempre está ahí con nosotros.
: El apóstol ya ha mencionado el contraste que hay entre las obras de la carne y el fruto del Espíritu y concluye, que hay que andar en el Espíritu.
En contraste con las obras de la carne, está la manera de vivir sin dobleces, llamada “el fruto del Espíritu”.
Todo cristiano tiene dos naturalezas, la pecaminosa que recibimos de Adán,...